martes, 21 de mayo de 2013

Una Década, Cuatro Décadas

Viniste al mundo hace exactamente diez años, mi querido hijo. ¡Cómo olvidar esa tarde de primavera cuando vi por primera vez tu rostro! Tu madre sufrió mucho durante el parto, se le pusieron los ojos rojos de tanto pujar a la pobre. Y yo seguramente habría puesto una cara de fantasma cuando el doctor me alcanzó unas tijeras para que te cortara el cordón umbilical. Fue una experiencia nueva para toda la familia, te lo confieso.

Tus primeros días en el diminuto departamento en el que vivíamos en ese entonces fueron algo estresantes para nosotros porque ni tu madre ni yo sabíamos bien como darte de lactar o cambiarte los pañales. Menos mal que tu abuelita nos ayudó durante esos tensos momentos de padres primerizos viviendo en el extranjero.

¡Cómo olvidar tu cara de felicidad cuando íbamos a jugar al parque! O cuando íbamos a comer pizza y alitas de pollo cuando ya podías agarrar alimentos con tus propias manos. O cuando te recogía de la guardería de niños y me reconocías entre todos los adultos, me llamabas ‘tati’ con tanta emoción, tus ojos se iluminaban al saber que te llevaría a casa.

Ahora que has crecido y eres un niño que entrará pronto a la adolescencia, solamente me queda decirte que eres el mejor y más exitoso experimento que he realizado en mis cuatro décadas de existencia. ¡Eres mi pequeño Frankenstein! Te quiero con todo mi corazón.

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