sábado, 29 de enero de 2022

El helado

Dicen que nunca olvidas a las parejas que te maltrataron y dejaron una cicatriz. Tal vez sea una especie de masoquismo, combinado con falta de autoestima. Algunos hasta le llaman el síndrome del chico o la chica mala, para explicar esa fascinación por personas peligrosas y aventureras que sabes que te van a herir al final.

Han pasado varios años y no he podido olvidar a Lorena. Estoy convencido de que ha sido la peor enamorada que tuve en la vida. ¿No me creen?

Ahí les va mi triste historia: era una calurosa tarde de verano, a finales de enero. Me moría de ganas de comer un helado de lúcuma. Como soy bastante precavido, había comprado un litro de helado la semana pasada en el supermercado –los jueves tiene descuento de 20% en mi marca favorita.

- Gordita, ¿me puedes servir una copita de helado? –le dije a Lorena.
- Claro amorcito.
- Le pones un poco de pecanas y fudge de chocolate encima, ¿ok?
- Por supuesto, yo sé lo que te gusta.

Todo se fue al diablo cuando Lorena me gritó desde la cocina, “pucha madre, olvidé que me devoré todo el helado anoche cuando miraba una película. Sorry.”

Ese mismo día terminé con Lorena. Algunas bajezas no se pueden tolerar ni olvidar.