martes, 31 de marzo de 2020

La cuarentena

Los efectos del coronavirus habían sido devastadores entre la población de San Filomeno, el pueblo donde Julián nació y vivió hasta la adolescencia, antes de que partiera a buscarse la suerte en el extranjero.

La mayor pérdida que tuvo que afrontar fue la muerte de su tío Alberto, quien lo quiso, alimentó y educó como si fuera su propio padre [sus verdaderos padres biológicos murieron en un accidente de tránsito, a manos de un chofer borracho que se quedó dormido en el bus interprovincial].

Solo y triste en este mundo de máscaras, cuarentenas y seres contagiados, Julián tomó una medida drástica: volver a escribir sus nanorelatos para sacar los demonios que tenía escondidos.