sábado, 22 de diciembre de 2012

Una Escena de la Vida Cotidiana

La cola del supermercado estaba demasiado larga para mi gusto: había tres personas delante de mí, y mi gusto es que no haya nadie. Mientras esperaba que me atendieran, me fijé en los dos clientes que estaban justo delante de mí. Parecían un padre y un hijo, tendría alrededor de cuarenta el primero y unos quince -tal vez menos- el segundo. Compraban cosas de comer y un diario, mientras conversaban sobre lo que iban a hacer después de almorzar. Nada inusual, pero al final, cuando la cajera hizo la típica pregunta que hacen las cajeras, me di cuenta de que había estado cerca de uno de los padres más liberales del mundo o de que yo todavía no me acostumbro a la época en que vivo.
- ¿Algo más, señor?
- Sí, una caja de preservativos.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

La Solución de Acemilán

Inicialmente, la medida enfrentó la oposición de organismos defensores de los derechos humanos y de algunos abogados de oscuro pasado. Sin embargo, aunque de cuando en cuando surgen nuevas protestas, desde que Acemilán instaló un sistema de francotiradores en las azoteas de los edificios públicos, la incidencia de hechos delictivos prácticamente ha desaparecido.

domingo, 16 de diciembre de 2012

El Discurso

En su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, el galardonado -recientemente divorciado- declaró emocionado que le resultó fácil entender las causas del fundamentalismo religioso. Agregó que, por el contrario, necesitaría varios siglos para comprender las razones que llevan a las mujeres a pasarse media vida comprando zapatos que usan pocas veces y se quitan apenas pueden.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Deterioro

Mi memoria se deterioraba a pasos cada vez más rápidos y mi problema era más complicado de lo que pensaba. Por eso, aunque inicialmente no estaba muy seguro de hacerlo, finalmente acudí al neurólogo.
Para mi sorpresa, me dijo al verme:
- ¿Me trajo sus resultados?
- ¿Resultados? ¿De qué?
- De los exámenes que le mandé hacer la vez pasada...
Sin duda, mi memoria se deterioraba a pasos cada vez más rápidos y mi problema era más complicado de lo que pensaba...

miércoles, 5 de diciembre de 2012

El Pozo

¿Qué había en el fondo? Esta pregunta se la había hecho una y otra vez a lo largo de toda su vida. Ya se había cansado de leyendas y de especulaciones. Tenía que saberlo. Se enfundó un traje de buzo y bajó. Al fin sabría la verdad.

Mientras bajaba, se cruzó con un chino que hacía exactamente lo mismo que él.

viernes, 30 de noviembre de 2012

El Alumno

Acabado el primer control de lectura que tomé tras el examen parcial, se me acercó un alumno que no había visto nunca antes en mi clase.

- Profesor, quiero hablar con usted. Lo que pasa es que estoy repitiendo este curso, pero estoy a prueba en una empresa. Les he dicho que ya acabé la universidad y por eso no puedo venir a las clases, ni siquiera a las evaluaciones. Hoy me he escapado y puedo hacerlo para el próximo control de lectura, pero quería ver si me podría ayudar. De repente reemplazarme la nota más alta de controles en el parcial, otros profesores lo han hecho. O quizás tomarme una prueba sustitutoria.

Tenía una actitud como de quien no suele encontrar oposición a sus planteamientos, y por la ropa y el apellido parecía venir de una familia acomodada. Sin embargo, no lo juzgo ahora ni lo juzgué en ese momento. No le dije ni sí ni no, solo atiné a decirle que lo podría ayudar si en el siguiente control de lectura me demostraba que le interesaba el curso y que la forma de que ello se notara era que en esa evaluación saliera en el tercio superior con mejor nota. Me dijo que lo iba a intentar; tal vez entendió mal, porque obtuvo la tercera nota más baja de la prueba.

Se retiró antes de fin del ciclo y no lo volví a ver. Pero desde entonces he tenido algunos accidentes extraños y a veces siento que me acechan.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Competencia Literaria

El escritor aficionado había tenido una idea para un concurso local de cuentos. Sentía que no solo era una buena historia, sino que realmente tenía posibilidades de ganar. Sin embargo, no obtuvo ni siquiera una mención honrosa. Poco tiempo después y de manera casual, se enteró de que uno de sus jurados había ganado un importante certamen internacional con una obra sospechosamente parecida.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Cultura General

La policía de Acemilán está desbordada. Han descubierto ya catorce cadáveres con las mismas señales de violencia y es evidente que se trata de un asesino en serie. Pero desconocen algunas cosas. Una de ellas es el término "Serial Killer". Otra, más importante, es la existencia de un libro escrito por un residente de la ciudad en el que el autor de una novela asesina con inusitada violencia y extremo cuidado a quienes la leen. Y por eso no tienen sospechosos.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Una Persona Llamada Fernando

Las conversaciones con sus amigos empezaban a parecerle monótonas: casi siempre sabía lo que le iban a decir y muchas veces sentía que no le decían nada nuevo. Cambió su opinión y pasó a considerar que eran unos diálogos enriquecedores cuando fue consciente de que esos amigos eran imaginarios.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Definición

- "¡Tremenda pendeja!"
- "Dad, what means ‘pendeja’?"

Carajo, esta vez metí la pata hasta el fondo. Lo malo de tener un hijo que habla inglés es que siempre asumo que no entenderá las pachotadas en español que me salen de la boca de vez en cuando, sobre todo cuando está concentrado jugando sus Angry Birds.

- "Well, let me see. How can I explain it to you?", me decía a mi mismo mientras trataba de inventar cualquier cosa para distraerlo.
- "Is it a bad word?", me preguntó Gustavito sin darme pausa alguna.
- "Not really, it depends on the context", le respondí con la intención de confundirlo.
- "Context? What's that? Is it a bad word then?", me replica con inocente curiosidad, con sus siempre vivarachos ojos abiertos al máximo, sus pupilas dilatadas por la luz de la lámpara.
- "Let me give you an example for you to understand, alright?"
- "OK"

Mi esposa me miraba fijamente
con una cara de 'ahora quiero ver cómo te sales de este rollo con Gustavito'. Y es que los niños de nueve años, como todos los niños del mundo en realidad, son bastante curiosos y reflexivos, uno no los puede convencer de un argumento si no encuentran una clara lógica detrás.
 
Y comencé a contarle una historia que me ocurrió cuando recién llegué a Canada, más específicamente en Toronto. "Fue durante una reunión social", le dije a Gustavito, quien me miraba con sospecha para saber si mi historia era verdadera o la estaba inventando. Mi hijo no es tonto para nada, sabe perfectamente que me encanta inventar cuentos todo el tiempo, especialmente cada noche que lo llevo a su cuarto a dormir.
 
"En esta reunión en el centro de la ciudad había una mujer canadiense de uno de esos pueblitos del interior que luego vienen a Toronto y se creen más cosmopolitas que una de Nueva York", le contaba en inglés mientras mi pobre niño ponía una evidente expresión de confusión. "Ella preguntó por mi nacionalidad y yo le dije con orgullo que era de Lima, Perú, la maravillosa y mística tierra de los Incas", agregué mientras mi hijo se acomodaba en su silla para terminar el arroz con pollo que cenábamos.

Y proseguí con el relato mientras Gustavito cogía la pierna de pollo con su mano derecha y la devoraba sin piedad. ""Oh, Lima. I was there like ten years ago. I didn’t like it at all. The weather was horrible all the time: cold, humid and cloudy", the woman said while drinking her glass of red wine, perhaps thinking deep inside that she was worldly, classy and sophisticated", le dije a mi hijo, quien ya no ponía la misma atención que antes a mi historia.

""Horrible weather?", I asked in disbelief to that obnoxious woman. "Perhaps it was the middle of winter in Lima. I don’t think there’s a country in the world where winter is wonderful", I added to defend the honor of my beloved but quite dangerous city"", seguía contándole a Gustavito, ahora buscando con la mirada el control remoto del televisor.
 
"And then I said to this horrible woman, "Anyway, I prefer the winter time in Lima one million times. Actually, let me also tell you that this city sucks big time. People are so full of themselves, everybody is full of crap on the inside. And your food sucks too. Pendeja!". And then I just left the scene", le dije a Gustavito, quien ahora me miraba consternado.
 
- "Do you understand the meaning of ‘pendeja’ now?", pregunté sin titubear.
- "Mmmhhh, I think so", contestó mi hijo, con sus ojos apuntando al televisor, presuroso para ver sus dibujos animados en la sala del departamento.

Luego de esa noche mi hijo nunca más volvió a preguntar por el significado de la palabra ‘pendeja’ o por el de alguna otra palabra en español que pareciera misteriosa.

Best Seller

El famoso escritor notó que su diario se había convertido en una pésima novela erótica. Pero como tenía su firma, igual se la publicaron.

Algunos Apuntes Sobre Los Obstáculos al Tránsito Vehicular en Lima Metropolitana, con Breves Alusiones a Otras Ciudades de América

Me pregunto cuántas horas hombre estaremos perdiendo en el país al día, al mes, al año, por semáforos descoordinados, sería ideal que uno encontrara una luz verde y que el color no cambiara hasta que uno hubiese llegado a su lugar de destino o al menos hasta que cambiara de dirección, que la luz verde durara mientras el avance fuera en línea recta, pero sé que es utópico. Y lo que incomoda es el gran contraste en las duraciones de luz verde y roja, en algunas intersecciones la luz roja supera los ochenta segundos, pero la verde alcanza escasamente quince segundos. Pero la manifestación máxima del caos de tráfico es, a mi modo de ver, que haya tantos rompemuelles. Rompemuelles, ¿cómo se dirá eso en otros países?, ¿el nombre tendrá la misma connotación de “estoy aquí para que reduzcas la velocidad y si no lo haces tu sistema de suspensión será echado a perder, ojo, no digo malogrado, porque eso se refiere a algo que nunca funcionó y estuvo mal desde el inicio, algo que fue mal hecho, o sea mal logrado“?, sé que en Chile le llaman “lomo de toro”, lo que es un nombre más neutral, que describe su forma, pero no se refiere a lo que puede pasar si un conductor lo intenta pasar desprevenidamente sin bajar la velocidad, aunque de repente este factor cierra el círculo vicioso y eso explica porqué hay tantas camionetas en Lima. También sé que en Ecuador se les llama chapas acostados y casi no existen si no es en las cercanías de colegios y hospitales, lo cual me parece que tiene más lógica, acá los ponen en casi cualquier esquina y a veces ni siquiera en las esquinas, de modo que es posible encontrar dos en una sola cuadra, sobre todo en algunas calles de Miraflores. Sobre el nombre de estas cosas en Ecuador, lo que pasa es que allá a los policías se les conoce popularmente como chapas, supongo que por sus placas, si allá la jerga se construyera de la misma forma que acá, no serían chapas, sino pachas. La cosa es que los policías cuando están cerca de los colegios u hospitales controlan el tránsito y hacen que los autos se detengan para ceder el paso a los peatones, pero, en el caso en que ellos no estén, esas cosas que están en la pista cumplen su función, hacen las veces de policías y en consecuencia hacen que los autos se detengan o al menos reduzcan su velocidad. Pero como están en posición horizontal, entonces son chapas acostados. El nombre no es ni agresivo ni descriptivo, es más bien metafórico. Tres países y tres palabras, pero sobre todo tres maneras distintas, tres connotaciones diferentes, para llamar al mismo objeto. Lo que sí me queda claro es que en Lima hay muchos más que en cualquier otro lugar que yo haya conocido, así como Nueva York es la ciudad de los rascacielos, Lima es la ciudad de los rompemuelles. En nuestro caso desde el nombre nos enfrentamos a algo agresivo, aunque probablemente todo lo referido al tránsito en Lima es agresivo, como también se puede notar cuando los conductores que están detrás de uno lo conminan a avanzar tocando la bocina, o, peor aún, golpeando con el brazo izquierdo la carrocería del auto que ellos mismos están conduciendo, aunque el semáforo apenas se haya puesto en ámbar, el tiempo transcurrido entre el encendido de la luz verde en un semáforo y el toque de la bocina de los autos que están en la segunda fila esperándola es probablemente la medida temporal de menor duración de la historia de la humanidad.

Divagaciones Musicales

Tal vez las mejores melodías o las mejores canciones se escribieron ya, no sabría decir si hace tres, treinta o trescientos años, pero ya fueron escritas, diría que los músicos de hoy ya no tienen nada nuevo que ofrecernos, ahora todo es imagen y ya no importa la voz ni lo que quiera decir la canción, hace una o dos generaciones eso era lo más importante, en la actualidad alguien como Nelson Ned no podría ganarse la vida como cantante a pesar de su voz, lo he escuchado porque mis padres tenían sus discos, ahora todo tiende a ser prefabricado, de repente homogeneizado sea la palabra indicada, tal vez por eso a alguien se le ocurrió pasar todas las canciones que pudo al ritmo bossa nova, que de por sí es cadencioso y hasta cierto punto monótono, no es por ejemplo como la Obertura 1812 de Tchaikovski, en la que justamente se destacan sus cambios de ritmo, ahora escuchamos canciones originalmente tan diferentes como Sweet Child o’Mine o I Want to Break Free en el mismo ritmo y encima cantadas por la misma persona o por dos cantantes que en todo caso parece que tuvieran la misma voz, como si alguien fuera capaz de confundir a Axl Rose con Freddie Mercury, tal vez si Kurt Cobain no estuviera muerto habría emprendido una campaña o la habría emprendido a golpes contra la disquera que produce dicha música, o incluso se podría decir que la fabrica ya que ahora es casi como un producto enlatado, ya no hay creatividad, ahora la música sólo consta de percusiones o de sonidos repetitivos, como esa música trance, que claramente sólo está dirigida a quienes pasan por uno, de otra forma dudo que haya alguien a quien pueda gustarle, ya no hay cambios de ritmo en la música de modo que nos sorprendan, a diferencia de lo que pasaba con Verdi, claro que eso fue hace mucho tiempo, pero uno se pone a pensar en lo magistral que debe haber sido una persona para haber compuesto la música tanto de La Traviata como de Rigoletto, en especial el primer acto de la primera y el tercer acto de la segunda.

jueves, 18 de octubre de 2012

Memoria Selectiva

Muchas veces se había dado cuenta de que tras responder afirmativamente a si había visto tal película o si había leído tal libro, lo que era cierto, se daba cuenta de que en verdad no recordaba aspectos importantes de la trama. El mayor ejemplo era el de Los Cuatro Fantásticos, pues no recordaba en qué acababa la película. Sin embargo, el hecho de poder recordar a Jessica Alba y la famosa escena del cruce del puente, le suponía un alivio, pues al menos eso le demostraba –según creía- que la amnesia no era total.

¿Explicación?

Creo haber dicho ya que tengo mala memoria, pero si no lo dije lo digo ahora. Tal vez mi problema se origine en tener demasiadas cosas juntas en la cabeza, como si ésta fuera algo así como un atestado vehículo de transporte público, o de locomoción colectiva, expresión que difícilmente se escuchará en un lugar que no sea Chile, a no ser que sea dicha por un chileno que está fuera de Chile, un patiperro tal vez, que podría estar en particular en la India, muy probablemente por turismo ya que parece poco probable que se hubiese ido a trabajar por allá, si algo sobra en la India es gente, para qué contratar foráneos. En fin, volviendo a este ya mencionado vehículo, su desborde de pasajeros, es decir de ideas si se me ha entendido la comparación, se manifiesta en que los excedentes se bajen de mala manera cuando me pongo en movimiento, magullándose o quedando gravemente heridos, lo que en el símil quiere decir que son olvidados. Eso explicaría todo.

martes, 16 de octubre de 2012

El Apodo Perfecto

A cada mujer que he tenido en mi vida le ha caído un sobrenombre, siempre de animal. Por ejemplo, a Karina la llamaba 'Conejita' por su colita coquetona. A Andrea le decía 'Ardilla' porque era chiquita y se movía de un lado para otro con rapidez. A Marisol le tuve que poner obligado la chapa de 'Gata' porque tenía unos ojazos verdes y era calentona en la cama. ¿Cómo debo llamar entonces a Claudia? Ella es mi actual pareja y es la peor de todas, es una verdadera...¡Rata! 

viernes, 5 de octubre de 2012

Decisiones

Ahora que es usual que padre y madre trabajen, el papel de la nana en la crianza de los hijos es casi tan importante como el de aquéllos. Pero encontrar una buena nana no es tan fácil. Tuvimos suerte, pero la que habíamos tenido por más de dos años nos había dejado de repente y tuvimos que buscar una casi a la carrera. Tras algunos días encargando nuestra hija a mi cuñada y a mi suegra, encontré la que pensé que sería la ideal. Había tenido varios años de experiencia cuidando niños de hasta cinco años y sus referencias eran muy buenas. De hecho, empezó bien en el trabajo y nuestra hija se adaptó rápidamente a ella, pero a la tercera semana nos dijo a mi esposa y a mí que tenía que contarnos algo personal. Lo primero que pensé fue que no se había adaptado, pero nos contó que estaba embarazada.
 
A partir de ahí, en las siguientes semanas todo fueron problemas: que su embarazo era de riesgo, que su familia se oponía a que trabajara, que el novio la dejó. Y todo eso, obvio, iba minando su rendimiento. La gota que derramó el vaso fue la noche que nuestra hija estuvo vomitando porque le cayó mal una cena preparada por ella que incluía (¡vaya menú!) tallarines a la huancaína y leche chocolatada, ya que ella ni caso hizo de lo que pasaba a pesar de que incluso tuvimos que ir a la clínica de emergencia en plena madrugada. Cuando a la mañana siguiente le hice notar nuestro malestar, me dijo que se sentía tan mal con todo lo que le estaba pasando que a pesar de haber escuchado todo no tuvo capacidad o voluntad de levantarse a ayudar. Con mucha pena, dados sus problemas, tuve que decirle que lo mejor tanto para ella como para nosotros era que se fuera, que su situación ya había empezado a afectar de manera demasiado notoria a su trabajo y que el cuidado de una niña de cuatro años no era cosa de juego. No fue fácil para nosotros tampoco y casi recuerdo el momento en que se despidió como que hubiera sido hoy mismo.
 
Años después, me la encontré en un supermercado. Me saludó y me costó recordarla, pero cuando me dijo su nombre la identifiqué. Como igual no teníamos mucho de qué conversar, le pregunté por su hijo.
- Ah, señor, usted no supo. Nunca lo tuve.
Y me volvió a dar pena.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Un Viernes Cualquiera

Ese viernes llegó inusualmente temprano a casa, harto del trabajo. Su esposa se estaba bañando y no se dio cuenta de que él ya había llegado. Mientras la esperaba, vio un sobre en su velador. Lo abrió y encontró una carta escrita por su esposa. Si bien empezaba recordando varios momentos felices que habían vivido juntos, finalizaba diciendo que se iba porque sentía que las cosas no eran como al inicio, que no aguantaba más vivir una situación de tanta soledad, que era como no estar casados porque no se veían casi nunca y que era mejor terminar así antes de que las cosas se deterioraran más.
 
Indignado, triste, molesto, dejó la carta donde la había encontrado y salió sin saber muy claro a dónde. Mientras caminaba pensaba cuál podría ser la mejor acción en esa situación y se decidió. Dio media vuelta y, cuando regresó, ella ya había salido de la ducha pero todavía no se había vestido. Sin pensarlo mucho, la abrazó y empezó a besarla mientras le decía cuánto la amaba. Antes de apagar la luz, se dio cuenta de que la carta que había visto ya no estaba en su velador. Tomó a su esposa por la cintura con mucha ternura y la acarició como no lo había hecho en mucho tiempo. Le hizo el amor con la pasión de la primera vez, pero con la experiencia de saber lo que a ella le gustaba. Felices y rendidos, cada uno quedó dormido en los brazos del otro.
 
A la mañana siguiente, vio nuevamente la carta en su velador. Si ella la había escrito era porque ya estaba decidida.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Un Accidente Casero

¡Crack! Se cae el frasco de fideos al suelo de la cocina, explotando y haciendo un sonido seco. Los pedazos transparentes de vidrio se mezclan con el fideo cabello de ángel que íbamos a utilizar para la sopa que preparábamos mi esposa y yo.
 
--“Esto ocurre por no poner suficiente cuidado al cocinar, ¿ya ves?”, le grito a Katariina mientras inspecciono rápidamente el daño en el piso.
--“Pensé que tú agarrabas el frasco”, me responde visiblemente consternada, con su acento nórdico, pausado y siempre alargando las vocales.
 
De inmediato, ambos nos agachamos y arrodillados comenzamos a recoger los pedazos rotos con la ayuda de un recogedor de mano y una escobita de cerdas de plástico. Ella barre minuciosamente y yo acomodo unas hojas de papel periódico en el piso para colocar los desperdicios encima.
 
Mientras trabajamos en silencio, cada uno enfocado en cumplir su tarea, miro la silueta de Katariina sin que ella se percate. Viéndola barrer con empeño cada pedacito del piso, demostrando su entereza y sacrificio casi heroico por nuestro hogar solo me hacen constatar lo miserable que fui al gritarle. Y de pronto algunas preguntas vienen a mi cabeza: ¿Por qué se enamoró de mi? ¿Por qué se casó conmigo? ¿Por qué dejó su país y su familia para vivir conmigo en Lima?
 
Terminamos de poner el último pedazo de vidrio en la basura y nos quedamos mirando después el uno al otro, como avergonzados por haber discutido por una tontería. Me disculpo avergonzado por mi impaciencia, jurando que no la volveré a tratar de esa manera. Ella me mira a los ojos para saber si soy sincero y acepta mis disculpas. Nos abrazamos, prometiéndonos que nunca más nos haremos daño.
 
--“Después de todo somos un equipo y los esposos que se aman no discuten por estupideces”, le recalco como si fuera un niño recitando las reglas de un juego.
--“Y nunca debemos ir a dormir a la cama molestos”, agrega ella, como si hubiera querido completar mi oración.
--“Claro que no, jamás”, le respondo convencido de cada una de mis palabras.
 
Ambos sonreímos y nos damos un beso tierno en los labios, como siempre hacemos desde que fuimos enamorados, y nos vamos finalmente a dormir. Mañana hay que despertar temprano para ir a trabajar. Y me hago otra pregunta final: ¿Cómo dejar de amar a mi dulce Katariina?

Recuerdo y Esperanza

El de ir corriendo tomado de la mano de su hija de tres años rumbo al cumpleaños de un amiguito es uno de los recuerdos que más atesora en su vida. ¡Cuánta felicidad había en su carita! ¡Y cuánta emoción! Le encantaría que el tiempo se hubiera detenido en ese entonces y vivir ese momento una y otra vez. Pero es imposible. Y, claro, el tiempo pasa. Ahora es casi como treinta años atrás, solo que no van corriendo y más bien van tomados del brazo. Pero se podría decir que ella está tan feliz y emocionada como esa vez, incluso más. El padre solo espera que haya valido la pena aceptar como yerno a ese niño que ha crecido y los espera elegante y sonriente al final de la alfombra roja.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Pensamientos de un Explorador en el Año Cero

¡Qué suerte, qué gran hallazgo! ¡Las obras completas de Sócrates! Pero no pueden quedarse aquí, se podrían estropear. Para que se conserven, tendré que llevarlas a la biblioteca de Alejandría.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Una Historia Parecida

Tienen un no-sé-qué y hay algo indescifrable en ellas. Por eso, aunque no era músico, inexorablemente Juan también se rindió ante los discretos encantos de una artista conceptual japonesa.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Lex Talionis

La antigua ley del talión se resume en la frase “Ojo por ojo, diente por diente” que aparece en el libro de Exodo del Antiguo Testamento. Claro que lo sabía, no crea que soy un ignorante usted señor. ¿Pero no será acaso que esta ley fue un acuerdo descarado y arbitrario entre oftalmólogos y dentistas? ¿Alguien me podría decir quién más estuvo presente en la reunión donde se aprobó dicha ley? ¿Y finalmente quién la redactó? Esto no puede quedar así, no señor. Por esa maldita ley es que el malnacido de mi oculista me cobra siempre un ojo de la cara. ¿Cree que la plata crece en los árboles? Mi pensión no me alcanza ni para comprar el pan, todo es un abuso. Jamás debí votar por Humala, ese mentiroso. No señor, yo no voy a pagar ni un carajo por esos lentes de mierda, ni aunque llame a la policía. ¡Váyanse todos al mismo demonio por la puta madre que los parió!

jueves, 6 de septiembre de 2012

Estrella Fugaz

En su primer partido en la profesional, días antes de cumplir los dieciocho años, hizo tres goles: uno de derecha, uno de izquierda y uno de cabeza. Un bonito hat trick, sin duda, que se convirtió ineludiblemente en noticia de primera plana.

Pero en el siguiente partido, ya mayor de edad, una fortísima entrada de un rústico defensa cuyas verdaderas intenciones nunca sabremos le quebró la tibia y el peroné de la pierna derecha; así llegó el inesperado final de su carrera futbolística y el forzoso inicio de la universitaria.

Pasado el tiempo, recuerda con cierta nostalgia, aunque sin amargura, sus partidos en primera división. Lo que más le dolió, y le duele hasta ahora, es que el canillita no lo reconociera el día que salió en portada y le compró todos los diarios.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Desvaríos de una Santiaguina Cuarentona

Desde ese día me sigo preguntando qué habrá sido de su vida y cómo hubiera sido la mía si le hubiera hecho caso. De repente no hubiese sido tan malo vivir en Lima. No parecía una mala persona para nada y encima cero malicia. Siguió embobado conmigo durante todo el almuerzo a pesar de que le estaba diciendo sutilmente que él me parecía una terrible compañía. Para almorzar, podía ser, pero sólo una vez. Por eso tras conversar con él, me di cuenta que era mejor sacármelo de encima de una vez, sino el acoso hubiese podido llegar a límites insospechados. ¿O acaso creyó que no me había dado cuenta de esa ocasión en la que me siguió en el metro, cuando salí corriendo de la estación La Moneda y me subí a la micro que estaba pasando por ahí sólo para dejarlo atrás? Pero él realmente quería estar conmigo, pasar tiempo conmigo, lo noté altiro, bastaron pocas palabras suyas para notarlo, no sé si es algo innato o adquirido, pero una se da cuenta. Palabras, debo admitirlo, mejor pronunciadas que por la mayoría de personas que escucho en el día a día, pero es que aprendemos desde chicos a hablar así. Y mientras él se proyectaba y me veía yo creo como su polola, yo no pasaba de ver a un gallo no mal parecido pero refome que tenía unas patillas anacrónicas, de ésas que sólo se ven en los libros de historia de primero o segundo medio cuando se estudia a los libertadores y aparecen sus retratos, como el de O’Higgins o el de José de San Martín que tenía unas parecidas. Además se ponía unos lentes que parecían directamente traídos de los años setenta, de esos con montura ancha y toda la cosa, era casi como que lo hubiera traído una máquina del tiempo desde varias décadas atrás.

Pero creo que lo peor de todo era que además era tan inocente que creía que George Harrison era lo máximo y que me gustaba Radiohead. Lo estaba leseando durante todo el rato, pero él seguía creyendo que estaba frente a su alma gemela. Era casi como que una diosa se hubiese dignado atender los requerimientos de un simple mortal. ¡Y la diosa era yo! ¿Por qué lo rechacé? Tras todos estos años, ni yo misma lo tengo claro. No le di nunca alguna oportunidad, yo misma no sé bien porqué. Me arrepiento de eso. Pero de repente mi arrepentimiento (perdón por este involuntario juego de palabras) en realidad tiene que ver con mi egoísmo. Es que desde entonces, nunca más sentí que alguien me quisiera como sentía que él me quería y lo que más sentí fue que después de rechazarlo empezara a sentir de veras algo por él (¡cuántas sensaciones he expresado en tan pocas palabras!), algo que nunca me pude explicar, pero supongo que tiene que ver con la intensidad y la inocencia con la que él vivió esos minutos conmigo durante aquel almuerzo hace ya tantos años en el casino de la universidad.

En ese momento sólo pensaba en cómo encontrar la forma de rechazarlo. Pero desde hace ya algunos años, no he podido dejar de pensar en él. Tanto que estos años viajé dos veces a Lima como pudo haberlo hecho cualquier turista (en realidad, casi nadie que va en plan turista se queda solamente en Lima, sospecho que yo pude haber sido la única) pero con la secreta esperanza de verlo por ahí, como por casualidad. En realidad, cuando me pongo a darle vueltas a esos viajes, me es difícil explicar para qué los hice, Lima es más grande que Santiago y yo nunca supe si él vive en Miraflores, en Los Olivos, en San Juan (mas encima, hay dos San Juan, así que me confundo un poco) o en alguna otra de las más de cuarenta comunas de Lima (que allá se llaman distritos), de modo que racionalmente es casi imposible llegar allá y esperar encontrármelo. Por último, nada garantiza que le guste salir, en cuyo caso habría que realizar una búsqueda casa por casa, labor titánica e imposible para mí o para cualquier ser humano, se necesitan miles para hacer un censo. Sin embargo, por alguna razón debemos haber coincidido y, por eso, el hecho de habernos conocido (dentro de lo que se pudo), no puede haber sido todo fruto del azar, de modo que ya lo he decidido, dentro de dos semanas voy nuevamente a buscarlo a Lima y estoy segura de que esta vez será la definitiva.

lunes, 27 de agosto de 2012

Una Carrera

Odio tomar un taxi que sea Tico. Por seguridad, por comodidad, por lo que sea. Aunque odio mucho más viajar en transporte público. Y también odio hacer trámites, peor todavía cuando he dejado al auto en el taller. Pero hay veces en que a uno no le dejan alternativa, como cuando uno ya está retrasado en el permiso que pidió a la oficina y lleva más de diez minutos al sol esperando un taxi en el Óvalo de Higuereta y solo pasan autos particulares o combis cuyas rutas no pasan por donde uno quisiera. Hasta que a lo lejos uno ve cómo un puntito azul se va convirtiendo de cerca en un taxi y se ve en la necesidad de tomarlo.
- A La Molina, por el Estadio Monumental.
- ¿Cuánto pagas?
Odio tomar un taxi que sea Tico. Odio que me pregunten cuánto pago por la carrera. Pero odio mucho más quedarme tirado bajo el sol, así que seguí.
- ¿Cuánto me cobras?
- ¿Doce está bien?
- Diez.
- Sube. Oe, batería. ¿Para ir a La Molina?
De manera inaudita, apenas subí, el conductor de mi taxi le preguntó a otro qué ruta debía tomar para llegar hacia el destino al que supuestamente debía llevarme.
- Lima está bien diferente, causa, al menos de esta zona ya no conozco.
- ¿Le parece? ¿Hace cuánto que no viene por aquí?
- Hace más de quince años, el tiempo que estuve adentro.
- ¿Adentro?
- En cana, pe.
- ¿En cana? - Sí, pero por gusto, pe. Yo siempre he sido medio movido y siempre andaba con la gente de mi barrio, en el Callao. Y ahí vendíamos…
- ¿Vendían?
- Hierba, coca, lo que pidieran. Hasta repartíamos a domicilio, lo que la gente pedía, lo llevábamos a su casa, rapidito, por eso siempre nos pedían. Yo al principio no vendía, era muy chiquillo, pe, sólo me quedaba en la calle tasando y cualquier cosa avisaba. Como paraba con ellos, después ya me dieron también un fierro.
- Ya…
Yo cada vez le respondía con menos palabras, o con palabras más cortas. Empezaba a ver cuánto faltaba para llegar a mi destino, y eso que no hacía mucho que había subido al auto.
- La cosa es que mi compare tenía una jeba, blanquiñosa la chiquilla, bien rica era. Pero ella se aburrió de él, justo cuando empezó a afanarla un gil que era como tú, causa, blancón, pelo corto, afeitado. Y siempre con saco y corbatita andaba, aunque fuera verano. El Lalo, o sea mi compare, le avisó que si se seguía metiendo con ella lo iba a limpiar, pero no hizo caso.
- ¿Y?
- Una noche lo esperamos después de que dejara a la chiquilla en su casa. El muy galancito se bajó del carro para dejarla en la puerta. Y cuando iba a subir de nuevo, lo paramos. Se nos puso bravo, pero el Lalo, que ya estaba empinchado no necesitaba mucho en verdad. Le metió cuete, pam, pam, dos plomazos y salimos corriendo. Lo malo es que justo al voltear la esquina había un patrullero y parece que los policías escucharon los balazos y al vernos correr nos pidieron detenernos. Nosotros, al contrario, salimos corriendo al otro lado y nos dispararon por la espalda. Al Lalo se lo bajaron de un tiro en la cabeza. Yo tuve más suerte y el balazo me cayó en el culo...
Felizmente había poco tráfico, lo que permitía el avance rápido del Tico, pero yo sentía que no nos movíamos o que cada vez faltaba más para llegar.
- … De los otros dos que andaban con nosotros, a uno no lo he vuelto a ver hasta ahora y el otro justo me ha prestado el carro ahora que salí de cana. Yo, pescadito, pe, pa’dentro. No disparé ni una vez, pero me acusaron de haberme bajado al blanconcito. Y así estuve quince años adentro. Por gusto, pe. Veo cómo han cambiado las calles y en general, veo más rayas, más tombos, hasta serenazgo por todas partes. Lima está bien diferente, causa. A no ser que me ofrezcan una fija, yo creo que ya no vuelvo a lo de antes. Sobre todo por mi hija, ella nació cuando recién entraba en la cana, no la vi todos estos años y no quiero volver a dejarla.
Al escuchar eso, interrumpí el patrón de cada vez menor cantidad de palabras en mis respuestas, al tiempo que lo tutee.
- Aguanta, ¿cuántos años tienes?
- Treinta y ocho. Creo que tú estás por ahí, ¿no causa? Pero me compongo también por mi señora, que todos estos años me ha esperado, rezando, visitándome, se portó bien para qué. Vamos a ver qué hacemos hasta que ya no tenga antecedentes, por ahora hago taxi, menos mal que sé manejar, eso también aprendí con mi compare, pero si no sale nada voy a tener que seguir vendiendo. Mucho no puedo hacer ahora que estoy cojo. En todo caso, tengo mi fierrito, pe.
Y sonrió. Aún faltaban varias cuadras para llegar a mi destino, pero aproveché para bajar en la primera luz roja que vi en el camino. La carrera fue por diez, pero sólo tenía un billete de veinte.
- Cóbrate, causa, el resto es la propina.
En mi vida he dado propina pocas veces, y nunca antes le había dado una a un taxista, pero en ese momento no me importó. Bajé del taxi y no volteé ni para verlo irse, lo que después no he dejado de criticarme a mí mismo, ya que así perdí la oportunidad de anotar la placa, lo siento. En fin. Odiaba tomar Tico. Ahora no. Ahora simplemente no lo hago.

martes, 21 de agosto de 2012

Amor de Nuestros Tiempos

- ¿Y si nos fugamos?
Planteada así, la pregunta reconocía una situación desesperada que ninguno de los dos se había atrevido a plantear antes.
- ¿Estás seguro, Roberto? Pero... ¿y tu esposa? ¿Y tus hijos? No sé... ¿Qué haríamos? ¿A dónde iríamos?
- Eso no sería problema, creo. A cualquier sitio donde podamos estar tú, yo y nadie más. Podríamos probar. Tal vez Uruguay: carne, fútbol y poca gente. ¡O Canadá! Es cierto que hace más frío, pero siempre buscan profesionales jóvenes allá.
- ¿Y nos casaríamos?
- No sé, tal vez no podamos. Lo importante es que estemos juntos. Porque yo te amo. Tú me amas, ¿verdad?
Pero la verdad, José Luis no sabía qué contestar.

miércoles, 15 de agosto de 2012

¿Valió la Pena?

—¿Dónde está el biberón?— me pregunta ofuscada mi esposa Elena, con su ceño fruncido, los labios apretados y los ojos saltones. Desde el nacimiento de Rafaelito, ella se ha convertido en una especie de malabarista, sosteniendo a nuestro bebé en sus robustos brazos y a la vez prepararando la papilla de verduras o hablando con mi suegra por télefono o el chat del Skype. Elena es una excelente madre, no hay duda al respecto, siempre dedicada y esforzada al máximo por nuestro niño. Sin embargo, hace tiempo no la veo sonreir o coquetearme como cuando éramos enamorados. Es como si ahora fuera una mujer diferente, una usurpadora de la risueña esposa que tuve hasta hace unos meses.

Dicen que traer un niño al mundo te cambia la vida. Suponía que te la cambiaría para mejor pero luego de ser testigo del caos en el que se ha convertido mi vida y mi hogar tengo serias dudas al respecto. Lo peor de criar a un bebé es tener que levantarse en las madrugadas para atenderlo, casi siempre con los ojos legañosos. Y ni qué decir de la vida sexual de la pareja, otrora fuente de felicidad y noches calentonas. Ahora uno está tan agotado por el bebé que ni energía existe para un mañanero de fin de semana. Cambiar los pañales, una actividad tantas veces señalada como la más difícil para los nuevos padres, es en realidad una de las más fáciles. Salvo que el bebé tenga una diarrea endemoniada, las innovaciones de los pañales en los últimos años aseguran una experiencia que hasta se podría calificar de placentera.

A veces, en el medio de la madrugada, cuando cargo a Rafaelito y lo arrullo para que vuelva a dormir, me pregunto si realmente valió la pena ser padre. De pronto, mientras pienso en mi pregunta, noto que mi hijito se ha quedado profundamente dormido. Su pequeña cabeza, del tamaño exacto de una toronja, se apoya sobre el babero que tengo en mi hombro izquierdo. Con el mismo sigilo de un ladrón de finos diamantes, retrocedo hasta mi cama y acuesto a Rafaelito entre el cuerpo de Elena y el mío. Antes de caerme dormido, extenuado de cansancio en realidad, vuelvo a preguntarme si valió la pena ser padre, haber abandonado mi vida de soltero empedernido, las amiguitas con beneficios, las interminables noches de juerga con los amigotes, dormir los domingos hasta el mediodía. No lo sé. Sólo sé que ahora mismo me estoy cayendo dormido, inevitablemente.

Mi hijo vuelve a despertarse, el sinvergüenza quiere que lo siga cargando. Dejé de ser el engreído de la casa, hay un nuevo rey déspota en el trono. Jamás sabré la respuesta. Es que no hay tiempo para preguntas ridículas cuando eres padre.

martes, 14 de agosto de 2012

Reflexión

Era uno de esos días de lluvia en Lima -es un decir, en realidad estaba garuando, en Lima nunca llueve realmente, es como que las gotas tuvieran vergüenza de desarrollarse y de formar parte de una lluvia en toda regla- y de regreso a casa tenía que usar los limpiaparabrisas para poder conducir tranquilo. Desde el asiento trasero del auto, Fátima opinó sobre la estela dejada por las plumillas:
- Mira papá, es como un arco iris.
- Es como un arco, hija. El arco iris es un tipo de arco. – se me ocurrió hablarle en términos geométricos.
- ¡Papá! Así no son los arcos, son como rectángulos – me repuso.
- Bueno – el  clima no estaba para discusiones y seguí manejando.
Al día siguiente, Fátima cuenta el paseo a su manera, siempre riéndose, a los cuatro años la vida suele ser divertida:
- Y mi papá dice que eso no se llama como arco iris sino cancha de fútbol.
Estuvo cerca, pero no se trata de eso, sino de que a veces uno no se da cuenta de cuánto puede influir en los hijos; siempre había escuchado eso de que los chicos son como una esponja, pero sólo entonces lo pude notar. No puedo garantizarlo, pero espero ser, trataré de serlo, una buena influencia.

viernes, 10 de agosto de 2012

Los Días de Julio

Julio siempre había estado detrás de June, pero un día, tal vez cansado del rechazo, empezó sorpresivamente a salir con May. Congeniaron, se casaron, con el tiempo nació Avril. Fue una hija modelo durante años, hasta el día que llegó a la casa paterna con Viernes, un tipo extraño que además había vivido una temporada en una isla desierta. Julio y May se opusieron desde el principio, más aún cuando supieron que era hijo de June, pero Avril los ignoró. Pero cuando quedó embarazada, Viernes la abandonó y ella tuvo que volver con sus padres. Y desde que Avril salió con su domingo siete, la familia Díaz lleva una vida de miércoles.

sábado, 4 de agosto de 2012

Casablanca 2

Algún tiempo después de la guerra, Rick fue a cenar en la nueva casa de Renault. Al final de la cena, justo antes de irse, Rick le dijo a su anfitrión: - He visto más color en la ensalada que en el resto de la casa. Supongo que ya habrá tiempo de pintarla. Pero Rick no sabía que el color favorito de Renault era el blanco y no se dio cuenta de cuánto lo había ofendido su comentario. Ése fue el final de una hermosa amistad.

sábado, 28 de julio de 2012

El Almuerzo

Aunque sólo pensó en ello muchos años más tarde, el primer indicio de que estaba perdiendo la memoria fue lo que le ocurrió tras almorzar por única vez en la vida en la cafetería del frente de la universidad. Vivía cerca de ella y siempre le daba tiempo para ir a su casa a almorzar, pero, por alguna razón que ya no podía recordar, ese día no pudo hacerlo. Tras acabar de comer, se levantó de la mesa y se acercó al mostrador para pedir su cuenta. Pasó cinco, tal vez diez, minutos de pie frente a la caja hasta que la señora que ahí atendía le dijo ¿Desea algo, señor? Medio enojado reclamó por su vuelto… ¡Pero si todavía no me ha pagado! le replicó la señora. Confundido, algo avergonzado, buscó en el bolsillo secreto de su pantalón y encontró ahí, doblado en ocho, el viejo billete azulino de quinientos mil intis con la figura de Ricardo Palma con el que debía cubrir su alimentación de ese día, era el único que había llevado a la universidad ese día. Pagó con más molestia que otra cosa, aunque en realidad no era una molestia contra la cajera, que no tenía la culpa de tener un cliente que olvidara algo tan sencillo, sino contra él mismo, aunque no tenía muy clara la razón. Lo que se juró, y cumplió, fue que nunca más volvería a almorzar a aquel lugar. Lo que le hubiera resultado muy difícil, sino imposible, de explicar fue porqué un acto involuntario tan breve lo había llevado a tomar una decisión voluntaria tan prolongada.

lunes, 23 de julio de 2012

Integración Latinoamericana

Tal vez lo mejor de la gastronomía chilena era que en fiestas patrias se comían empanadas y asado. Una vez estuve en Santiago para un dieciocho de septiembre y recibí la invitación de mi amigo Jaime para pasarlo con sus padres en la parcela de la familia, que quedaba camino a Rancagua; él la llamaba parcela, pero cuando la conocí yo la hubiese llamado fundo, mi idea de parcela era que se trataba sólo del terreno y no era así, pues era una casa con todas las comodidades que tiene una de ciudad. Como me parecía que iba a ser algo entretenido, y considerando que además no tenía otras cosas que hacer, acepté la invitación. Pero cuando ya estábamos saliendo de Santiago, Jaime se acordó de repente que no había embanderado su casa en la ciudad y que si no lo hacía le podía caer una multa de no sé cuántos miles de pesos. Felizmente él conducía su propio auto y no estábamos en un bus interprovincial, de modo que pudo dar media vuelta en la autopista y regresar a la ciudad. En la casa de Jaime, le ayudé a izar la bandera chilena, no fue mucho, yo sólo la sujeté y se la pasé, mientras que él, parado sobre un taburete, la desdobló e hizo el resto. Fue un acto de múltiples interpretaciones: para algunos puede demostrar el avanzado grado de integración latinoamericana al que hemos llegado, pero para otros puede constituir un acto de traición a la patria punible con el fusilamiento.

Consuelo

- ¡El mundo no es como antes! - se quejó ante Juan su esposa.
- Lo sé, mi amor. Felizmente ya hemos muerto.

lunes, 16 de julio de 2012

El Vago

No hay forma de entretenimiento más sana, refrescante y barata que sentarse en una banca pública de un parque en pleno verano. Y mucho mejor si se encuentra a la sombra de un frondoso árbol en un día soleado y caluroso como éste, luego de una larga caminata.

Y desde mi banca en este hermoso parque de la ciudad logro divisar, casi en el otro extremo donde juegan los niños, a un anciano de barba canosa, vistiendo saco y pantalones gruesos, desparramado, durmiendo plácidamente en una banca de madera verde similar a la mía. Protegido por la sombra de un árbol y arrullado por los cantos de los pájaros, el anciano parece estar desconectado del mundo de miseria y destitución moral y material que debe soportar cada día. Los niños a su alrededor saltan, gritan y juegan despreocupados con sus patinetas y bicicletas con rueditas a los costados pero ello parece no perturbar al indigente. La expresión de tranquilidad en su rostro, como si fuera un bebé en los brazos de su madre o un monje budista en plena meditación, me genera incluso cierta envidia.

Los vagos del mundo entero tienen algo en común: su despreocupación total por el medio que los rodea. Ni el calor extremo ni el frio más inclemente los perturba. Y ni qué decir de la indiferencia por las miradas de desaprobación de los extraños que transitan a su costado mientras duermen desparrramados en las aceras de la calle, junto a su infaltable tarrito de monedas o su cartelito de ruego. Es cierto que muchos de estos vaguitos sufren de alteraciones mentales, problemas de alcoholismo y drogas o abandono de familiares y amigos. A veces todo junto. Y con la prolongada crisis económica en el mundo desarrollado, no me sorprendería que algunos hayan caído en desgracia por haber perdido su trabajo y todas sus preciadas posesiones materiales. Lo miro de reojo y me pregunto: ¿acabaré alguna vez como ese anciano? Uno nunca lo sabe, nadie tiene el destino asegurado.

Una sonora colisión de bicicletas entre dos traviesos niños genera un breve caos en el parque. El estruendoso ruido de los metales, cadenas y cascos de los ciclistas despierta del profundo sueño al anciano. Percatándose de los niños y los padres a su alrededor, se levanta raudamente, corre hasta un moderno auto descapotado estacionado en la calle, salta ágilmente hasta el asiento del piloto, enciende el contacto con el manojo de llaves que saca de su pantalón gris y emprende su partida hacia la avenida principal, quemando el asfalto con las llantas traseras. Así, en un repentino ataque de razón y cordura, y quizá también avergonzado por esos largos años perdidos en el abandono, el vago decidió no serlo nunca más.

domingo, 15 de julio de 2012

Tranquilidad

Juan se sintió enfermo, pero ya estaba muerto, así que no se preocupó.

Las Solteronas

Dicen que las solteronas tienen una vida más misteriosa que las casadas. No sé si en la práctica esta afirmación tenga alguna validez pero lo que sí es cierto es el relato que me narró la siempre disparatada Lucrecia en la fiesta de cumpleaños de ayer. Ella, una solterona empedernida, solía acudir a un club de lectura de novelas de misterio junto a otras solteronas de la ciudad. Ahí comenzó todo.

Manhattan puede ser un lugar excitante para la gente soltera pero ello sólo aplica si uno es joven, atractivo, profesional y con dinero. El grupo de amigas de Lucrecia no podía estar más alejado de esa realidad. Resignadas hace años a su suerte, se reunían cada viernes a las seis de la tarde para leer entre ellas y compartir una taza de té (a veces dos si se sentían divertidas) y pastelitos de merengue y frutas que compraban religiosamente en el Café Lalo, lugar de una de las escenas de su película de romance favorita, “You’ve Got Mail” con Tom Hanks y Meg Ryan.

Una semana de otoño, el grupo acordó leer una nueva novela sobre un crimen sin resolver cometido precisamente en su vecindario del Upper West Side. Incluso las víctimas de la historia, todas mujeres en sus cuarentas, solían ir a caminar por las inmediaciones del Central Park, siempre entre las calles 79 y 86. Al parecer, el asesino acechaba a sus víctimas por varios días, las estudiaba siguiendo su rutina al milímetro, tomándoles fotos desde los edificios aledaños y hasta acercándose a ellas en las tiendas para oler su perfume antes de asesinarlas ese mismo día.

Lucrecia y sus amigas parecían disfrutar al máximo cada detalle de los horrendos crímenes cometidos por el anónimo asesino del Upper West Side. Tan fascinadas estaban por la macabra historia que las reuniones del grupo se prolongaron por nueve semanas. La asistencia fue siempre perfecta hasta que Anastasia, tal vez la más afanosa y puntual de las participantes del club, dejó súbitamente de aparecer en las reuniones. Preocupadas por su paradero, las demás solteronas decidieron llamar a la policía para alertar sobre la desaparición de su compañera. “No era posible culminar la novela sin ella, no sería justo”, me dijo Lucrecia mientras comía muy animadamente un sánguche de pollo en la fiesta.

Luego de cuatro días de búsqueda, incluyendo el uso de perros sabuesos y agentes especializados del FBI, la policía de Nueva York encontró el cuerpo sin vida de la desdichada Anastasia. Flotando en una de  las orillas del río Hudson que daba a Nueva Jersey, con las manos y pies amarrados con un alambre rojo, no quedaba mucha duda de que un sicópata la había ultrajado salvajemente antes de arrojarla sin misericordia desde el puente George Washington.

La muerte de su fiel compañera generó una pena existencial en el club. Las mujeres nunca más se volvieron a reunir para leer y eventualmente perdieron contacto entre ellas por temor a salir de sus departamentos, ahora protegidos con más alarmas, cámaras de video y candados que antes. La policía jamás logró identificar con exactitud ni atrapar al asesino. Las solteronas del fenecido grupo de lectura no pueden ahora dormir en las noches. Yo tampoco, nunca debí escoger el color rojo.

viernes, 13 de julio de 2012

Tarea de Literatura

Cuando estuve en el colegio, tuve que escribir una asignación del curso de Literatura: listar cronológicamente los premios Nobel de dicha rama, indicando sus principales obras. ¡Qué difícil era esa tarea en aquella época! No había internet para buscar rápidamente, sino que había que acudir a la enciclopedia, lo cual a mí me gustaba, a diferencia de lo que le pasaba a la mayoría de mis compañeros de colegio. Había autores de los que no había escuchado nunca antes y de los que probablemente nunca lea nada, no por desinterés, sino por la dificultad en encontrar sus obras. Eso sí, siempre me ha gustado leer y para mí lo impreso sigue valiendo mucho más que lo que encuentre en la red, aparte de mi percepción de que el papel es mucho más amigable que una pantalla, es como que hubiera sido concebido exactamente para eso, para contener a las letras.

Mi idea del paraíso es que debe estar lleno de libros, aunque seguramente no estarían los que hubiesen sido incluidos en el Index, o tal vez pudiese haber entrado alguno de contrabando, pero no importaría, de todos modos debería haber cantidades y cantidades de libros, de modo que uno siempre encontrase algo para leer, ya que a fin de cuentas se dedicaría a eso por toda la eternidad, y por último cabría la posibilidad de leerlos una y otra vez, ya que siendo tantos seguramente uno olvidaría alguna parte más o menos significativa de lo que hubiese leído, mientras que el infierno estaría caracterizado por su ausencia o por la presencia únicamente de revistas desfasadas y anodinas como las que se encuentran en los consultorios médicos o de libros incompletos, con páginas enteras garabateadas por plumones o con varias hojas arrancadas o devoradas por gusanos o, más propiamente, por lepismas, que no por gusto han recibido el apelativo de gusanos de los libros, de modo que la comprensión de la lectura de los libros infernales se hiciera imposible o también podría ser que esté lleno de libros con historias ridículas, como puede serlo, se me ocurre, una en la que Sherlock Holmes investigue una serie de desapariciones de monarcas europeos y llegue a la conclusión, una vez que se hubiese descartado cualquier otra posibilidad, de que éstas en realidad fueran causadas por extraterrestres que buscaban invadir la tierra para lo cual empezaron por hacer desaparecer a sus gobernantes, historias de ese tipo que felizmente hasta ahora no han sido escritas o por lo menos eso creo, aunque con cada vez menor seguridad.

Para mí, los libros son los mejores objetos del mundo ya que pueden servir prácticamente para lo que uno quiera. Por eso, siempre que puedo entro a la librería que se encuentre en mi camino, a veces solamente para sentir el placer de estar rodeado por ellos, incluso si se trata de una librería de segunda mano, de ésas que a algunas personas no les gustan porque les dan alergia los libros antiguos, y quien sabe tocados por qué manos.

Fue así como una vez se dio la improbable ocurrencia de encontrarme con un libro empastado, probablemente editado antes de que yo naciera, de un señor sueco que había ganado el Nobel en 1916, Verner se llamaba, pero no recuerdo su apellido, von algo. Si bien el libro no era extraordinariamente caro, no lo compré porque si bien era un volumen que recogía, creo yo, buena parte o la totalidad de su obra, como no conocía de ella ni tenía referencia alguna, temía que el libro terminara olvidado en mi casa y la verdad a mí no me gusta comprar libros por el gusto de comprarlos, sino por el placer de leerlos. Una de las obras se titulaba, según recuerdo, San Jorge y el Dragón, de cuyo título original sólo recuerdo que Jorge en sueco es Goran.

Volviendo a mi asignación, recuerdo de que uno de los últimos miembros de mi lista era un señor africano de quien no he leído nada, llamado Wole Soyinka, que yo primeramente había visto en un diario que se apellidaba Solinka, el cual paradójicamente aunque fuese escrito de manera correcta o siguiendo mi error en cualquiera de los dos casos sugeriría una aproximación al Perú, ya sea porque era un dios, el dios de los incas, aunque Sol Inka suene más a chocolate para taza que al esplendor del astro rey, o porque revelaba que era un peruano antiguo, el calambur a gritos es que Wole nos dice “soy inka” con “k” o “soy inca” con “c”, no sé si lo correcto sería con “k” o con “c”, reconozco con cierta vergüenza que no tengo mucha noción de quechua, casi diría que ninguna, pero al menos sé que “tahua” o “tawa” significa cuatro, y también sé los significados de ari, urpi y ama sua, ama llulla y ama quella. Otro calambur que recuerdo siempre es el del mal de san Vito, del cual la primera vez que escuché pensé que se refería a un zambito, lo que pasa es que estamos acostumbrados a pronunciar igual za o sa, vi o bi, la insistencia con la que tantas veces nos dicen los profesores que la fonética es importante cuando estudiamos otros idiomas se diluye en nuestra lengua materna.

En fin, soy así con los idiomas, tengo nociones básicas, muy básicas, de varios de ellos con la esperanza de que, llegado el momento, esas nociones me pudiesen ayudar, algo así como si fuese mi esperanto particular, esperanto-esperanza, si tuviera más tiempo libre me dedicaría a estudiar todos los idiomas que pudiera, para poder leer los libros o ver las películas en sus idiomas originales, y no bajo la interpretación que le pudo haber dado un traductor, ya que sabemos que traduttore traditore, expresión que no se la traduzco porque no quiero ser un traidor de nadie.

domingo, 8 de julio de 2012

Diálogo con una Niña de Cuatro Años

- Y esa fábula la escribió un señor que vivió hace mucho tiempo llamado Esopo - le digo.
Fátima me mira con los ojos bien abiertos, pero no dice nada.
- Tiene un nombre raro, ¿no? No conozco ningún otro señor que se llame así - insisto confirmando lo extraño.
- ¿Isopo? - me pregunta Fátima en su media lengua y sonriendo como cuando ha hecho alguna travesura - ¿Como el limpiador de orejas?
- Esopo, hijita, no hisopo.
Y reímos juntos varios segundos, tal vez más de un minuto. La felicidad de ser padre se administra en pequeñas dosis, pero concentradas.

Amor Eficiente

En aras de la eficiencia y la maximización del amor y la felicidad, las parejas del mundo entero deberían eliminar el tenuoso tránsito por la ruta del enamoramiento, noviazgo y matrimonio. Y ni qué decir del nefasto camino del divorcio que sigue en aumento a tasas alarmantes. Parece que ya nadie se salva estos días.

En su lugar, las parejas del orbe deberían mirar al fascinante y racional mundo de las finanzas corporativas, más específicamente a los eficientes procesos de fusiones y adquisiciones de negocios. Similar a un matrimonio, estos complejos procesos buscan la combinación de dos empresas para alcanzar un objetivo común que no podrían fácilmente alcanzar por vías separadas.

Así, antes de siquiera pensar darse un calentón beso húmedo, cada pareja debería seguir los mismos pasos tradicionales de un proceso de compra de una empresa: envío de carta de expresión de interés por el lado del comprador; aceptación de la carta por el lado del vendedor; envío de las condiciones iniciales del comprador (a través de un term sheet); negociación de condiciones iniciales entre el comprador y el vendedor; negociación de un acuerdo vinculante sujeto a la valorización financiera de la empresa y debido proceso (due diligence). Este debido proceso involucra una necesaria y exhaustiva revisión de los aspectos contables, financieros, comerciales, legales y tributarios del negocio a ser adquirido. Si todo está bien para el comprador y el vendedor entonces se procede a la redacción de un contrato de compra-venta y finalmente al cierre definitivo de la transacción.

Todos felices y comiendo perdices. ¡Que viva la eficiencia! ¡Que viva el amor!

jueves, 5 de julio de 2012

Los Reencarnados

Nunca me había planteado seriamente la posibilidad de la reencarnación hasta esa mañana dominical cuando desayuné con Erin en el restaurante Paddington's Pump de Toronto. Mientras devorábamos hambrientos nuestro pedido de huevos revueltos con tocino y tostadas francesas, nuestros rasgos faciales, muecas y sonidos parecían súbitamente revelar nuestras tumultuosas vidas pasadas: en mi caso, un aventurero conquistador español buscando riquezas en tierras foráneas; en su caso, la hija de un vulgar carnicero del norte industrial de Inglaterra.

miércoles, 4 de julio de 2012

La Mala Memoria

Tengo mala memoria. El mayor ejemplo es que me cuesta recordar los cumpleaños, más allá de los de mis padres y de Gabriela, lo cual más bien fue todo un mérito, pues la conocí cuando yo ya tenía más de veinte años, con lo cual creo que mi capacidad de recordar cosas nuevas ya estaba mellada. De hecho, Gabriela nunca entendió mi problema y se molestaba mucho conmigo, a veces creo que exageraba, porque no era un tema personal como ella sentía, ya que también había olvidado el cumpleaños de cualquier otra persona que conociera, incluso aunque la fecha coincidiera con la de mi propio cumpleaños, o tal vez por eso mismo, la otra persona debió buscar su propia fecha. Las únicas tres excepciones a mi olvido son las que he mencionado, pero el hecho es que Gabriela se molestaba cada vez que llegaba la fecha de cumpleaños de su padre, de su madre o de su hermano y yo no lo había recordado, realmente el problema también tenía que ver con que ella no se molestaba en hacerme algún comentario sutil con una semana o con un par de días de anticipación, algo del tipo “¿con qué camisa vas a ir a la cena del jueves?” o algo por el estilo, pero no, no lo hacía. Más bien llegado el momento ella se daba el gusto de gritarme cosas como “Eres un desconsiderado”, “Ya no se puede confiar en ti” o “Vives en tu burbuja” con mayor o menor cantidad de insultos dependiendo de si es que ese día justo coincidía con uno de mis escasos momentos de solaz deportivo, es decir mi irregular partido de fulbito, actividad a la cual yo no tenía pensado dejar de ir no sólo porque yo llevaba la pelota y ante mi ausencia no iba a ser solo una sino más bien trece las personas las que me dijeran algo así, sino que al final de cuentas era mi salud, aunque pensándolo mejor tal vez debí haber hecho algo más de caso a sus reclamos, ya que eventualmente tanto desinterés de mi parte pudo haberla llevado a planear algo contra mí, quién sabe un poquito de veneno en la comida o, considerando que en la casa no tenía puñal (lo que hacía físicamente imposible una puñalada), una acuchillada por la espalda, lo cual hubiese sido peor para mí porque por querer mantener la salud potencialmente hubiese perdido la vida; en cambio ese riesgo no lo corría con los trece futbolistas aficionados que hubiese dejado plantados, ni que se hubiesen metido a mi casa. Todo lo contrario de mi caso es el de una chica en esa época, señora ya desde hace años, que trabajó conmigo durante algunos meses en uno de mis anteriores lugares de trabajo. Desde hace más de quince años me viene escribiendo para mandarme saludos por mi cumpleaños y por Navidad, lo cual no deja de sorprenderme porque cada vez que lo hace pienso que puede ser la última, sobre todo cuando confirmo que me ha escrito desde un lugar diferente al de la ocasión anterior, pues el saludo puede haber venido desde Suiza o desde Sudáfrica, ya que ella cada cierto tiempo cambia de lugar de residencia porque está casada con un alto funcionario de no sé qué multinacional, ella me lo dijo en una de sus cartas pero no lo recuerdo. Lo peor de todo es que cada año le respondo incluyendo la pregunta “¿y tu cumpleaños cuándo es?", lo cual ha sido bueno para mi colección de estampillas pero no para nuestra amistad, ya que siempre el día se me pasó sin más, a pesar de que en su momento, cada año, he recibido una carta indicándome la fecha, pasada la cual imagino que esta chica o señora se siente un poco decepcionada de no haber recibido mi carta (ni la de muchas otras personas, ya que sé que ella así como me saluda hace lo mismo con otros excompañeros de trabajo, los cuales algunos años sí la saludan, pero no siempre, tampoco son fanáticos), aunque yo nunca la he saludado ni le he mandado una tarjeta postal, nada de nada, ni siquiera por Navidad, supongo que por razones como ésa tengo muy pocos amigos y en la práctica ninguna amiga.

jueves, 28 de junio de 2012

Mi Abuela y Paul (una historia al estilo Buñuel)

Mi abuela siempre había querido ver a Paul McCartney en vivo. Bueno, "siempre" es un decir. Ésa terminó siendo la versión modificada de su sueño original, que era ver a los cuatro Beatles juntos, pero había sido imposible que en su apogeo ellos se presentaran en algún lugar al sur de Estados Unidos. Peor aún, en esa época, en la que mi abuela aún era joven, viajar en avión era un lujo al que muy pocos podían acceder. Lo cierto es que el sueño terminó de manera lamentable cuando Mark David Chapman se encargó de impedir que se concretara.

De modo que cuando ella se enteró de que dentro de dos meses Paul se presentaba en Caracas, hizo planes con una amiga suya para ir a verlo. Y así le pidió a su nieto favorito que fuera a comprar las entradas, pero como él no podía, me terminó mandando a mí. Las entradas las vendían en Larcomar, de manera que podía ir caminando.

A mediodía, mientras iba por la Alameda del Libertador, pasé por una librería, y a mí me fascinan las librerías (especialmente las bonaerenses), así que, como iba con tiempo, entré a ver qué novedades había. En realidad, no hubo mucho que me llamara la atención -sólo un libro delgadito sobre las obras de Sócrates pero que costaba como si fuera la undécima edición de la Enciclopedia Británica, siempre he pensado que las librerías cobran un poco más de lo que estoy dispuesto a pagar, pero esa vez exageraron- de modo que salí más bien rápido. Pero a pesar de eso, ya había anochecido. Más aún, debo haber salido por otra puerta, ya que no di a la Alameda, sino a una calle estrecha y poco transitada.

Regresé a la librería, pero ahora era un bar. Lo crucé para salir por la puerta opuesta a donde estaba, pero tampoco reconocí la calle. Regresé al local, pero ahora estaba en un cine. Y, bueno, ya que estaba ahí, me puse a ver la película. No estaba mal, aunque no recuerdo de qué se trataba, pero de repente mientras transcurría la película los actores iban siendo reemplazados por dibujos animados, y cada vez aparecían en pantalla más y más dibujos. De pronto me di cuenta de que no se trataba de cualquier dibujo, sino del mismo dibujo repetido hasta el cansancio.

Decidí abandonar la sala antes de que la película terminara. Pero, cuando salía, me crucé con la gente que esperaba entrar a la siguiente función y, mientras avanzaba en dirección contraria entre ellos, los escuchaba murmurar que yo era un tonto, que cómo podía salirme y dejar algo que tanta gente quería.

lunes, 25 de junio de 2012

El Primer Filósofo del Mundo

El primer filósofo del mundo, entendido como amante del conocimiento, no vivió en Grecia, ni en Egipto ni en China. Vivió en Perú, específicamente en Lima (o, mejor dicho, en lo que hoy es Lima), hace mucho tiempo, poco después de que el hombre de Lurín tuviera que mudarse a los alrededores porque la población de su ciudad había crecido demasiado.

Fue él quien, cansado de vestir pieles de animales, desarrolló la textilería y el proceso para el hilado y teñido del algodón. Como suele ocurrir con los genios, sus contemporáneos se burlaban de él. Los paracas, siglos después, redescubrieron sus invenciones y son admirados hoy en el mundo entero.

También inventó, trató de inventar o nunca pudo inventar, la escritura. Su problema estuvo en que él era demasiado brillante para su época, y nadie pudo (o quiso, la envidia es así) jamás ayudarlo. Trabajó en un alfabeto escrito, compuesto no de letras, sino de unas cien sílabas. Tan numeroso sistema se le hizo difícil de recordar y, en vista de que nadie compartía su deseo de tener un sistema de registro (o de que nadie más tenía la menor idea de qué se trataba, o de que simplemente nadie estaba dispuesto a ayudarlo; es difícil encontrar evidencia que respalde alguna de las hipótesis), tuvo que atarse a los dedos ciertas sogas de colores que le ayudaran en su tarea. Cuando con el tiempo alguien creyó haber acertado con el sistema inventado por él, sólo involucionó el método para convertirlo en lo que ahora se conoce como quipus... Lamentablemente, el accesorio se había convertido en pieza principal.

Según los estudios que he realizado, su muerte, lapidado[1], coincidió con la de un eclipse de sol, algo que trató de explicar científicamente. Me parece verlo, tratando de cubrirse la cabeza y escuchando toda clase de insultos y comentarios de que solamente a él, tenía que estar loco, se le ocurría tratar de explicar los inexplicables designios de los dioses.

Hoy, cuando he descubierto sus restos en el jardín trasero de mi casa, la historia, por fin, le ha hecho justicia.

[1]  Las múltiples contusiones en su cráneo nos sugieren la imposibilidad de un hecho alternativo.

jueves, 21 de junio de 2012

Iluminación

Amanecía. La tenue luz que se filtraba por la cortina ligeramente mal cerrada lo despertó. Siempre dormía a un costado de la cama, pegado a la ventana, costumbre que mantenía a pesar de los años que llevaba de viudo. Poco a poco recordó lo ocurrido durante la noche, en particular, su sueño, su terrible sueño, su pesadilla. Sin ruido que le avisara, varios ladrones irrumpieron en su cuarto y, al no encontrar objetos de valor y notarlo despierto, la emprendieron a golpes contra él. Uno de ellos lo tomó del cuello y empezó a estrangularlo hasta que dejó de moverse. Aliviado por su capacidad de recordar su propia muerte, trató de acomodarse para descansar un poco más y giró hacia el centro de la cama. Fue entonces que vio su propio cuerpo, inerte y boca arriba. En ese momento, entendió todo.

lunes, 18 de junio de 2012

Los Tres Cerditos

Hay un detalle importante que fue completamente obviado en el cuento original de Los Tres Cerditos: la nacionalidad de los tres hermanos. Dicen fuentes cercanas a la familia que la mamá de los tres cerdos fue una viajera empedernida que recorrió casi todo el mundo cuando era una joven aeromoza. A lo largo de su dicharachera existencia conoció a varios cerdos apuestos, especialmente de origen europeo. Cada hijo fue producto de un romance con un cerdo diferente. Así, su primer hijo cerdo resultó ser de origen griego, el segundo español y el tercero alemán. No sorprende entonces que el alemán fuera el que construyera la casa más resistente a los ataques del lobo y tuviera una férrea disciplina financiera mientras que los otros dos hermanos se la pasaran bebiendo, comiendo y cantando todo el día.

Arruinado

Lo más trágico de quedarse súbitamente sin dinero es no poder mantener el mismo estilo de vida de tus viejos amigos: el club de golf, el yate cada verano y los viajes de compras a Europa. Las amiguitas te abandonan como apestado al saber que ya no las puedes invitar a comer a finos restaurantes. Y ni se diga de los prestamistas, contadores, proveedores y abogados, quienes te persiguen como perros sabuesos para cobrar las facturas impagas de varios meses atrás.

Es una retirada estratégica, y tal vez definitiva, lo que mi nueva realidad requiere. Quizá escaparme a Francia como el encantador Beau Brummell o, para ser más realistas, fugarme como el asaltante peruano D’jango del penal de Lurigancho. Por cierto, leí que mi compatriota es ahora un honesto vendedor de biblias en Lima.

Lo que más me duele de esta situación es tener que abandonar a mis mujeres. Ellas no se lo merecen, les romperá el corazón no verme en la mañana. Adiós ciudad de desencantos y miserias, espero que no nos volvamos a cruzar en el camino.

domingo, 17 de junio de 2012

El Verdadero Final de Pedrito y el Lobo

La mayoría de la gente cree saber la historia de Pedrito y el lobo. Pero el final es diferente y se los voy a contar.

Pasado un tiempo de lo que todos conocemos, a Pedrito se le dio una nueva oportunidad. Así que cierta vez que Pedrito clamaba nuevamente por ayuda (¡Auxilio, que viene el lobo!), la gente del pueblo acudió a ayudarlo. Pero lo que lo atacaba no era un lobo, sino un puma, y aquí hay que decir en defensa de Pedrito que era bastante miope y también bastante pobre, por lo que no podía comprarse sus lentes. En fin, la gente se miraba entre sí y se decía que Pedrito seguía siendo tan mentiroso como antes y que qué lástima que no había cambiado. Y no lo ayudaron porque pensaban que seguía queriendo engañarlos.

Y así, sin saber la verdadera historia, acusamos de mentiroso a Pedrito.

sábado, 16 de junio de 2012

Verano en la Ciudad

“How much?”, pregunta el hombre con bolsas en los brazos. “Ten dollars each”, le responde sin vacilar el veterano vendedor de boletos del servicio de taxi acuático. En el Harbourfront de Toronto, el siguiente bote de pasajeros está a punto de partir a las islas que se encuentran frente a la ciudad. Los torontonianos las visitan sobre todo los fines de semana de verano para relajarse con la familia a las orillas del lago Ontario.

Este repentino brote de calor ha tomado por sorpresa a los residentes de la ciudad. Todavía con incredulidad, algunas personas siguen vistiendo abrigos de invierno, pareciendo resistirse a creer que el sol está radiando en el cielo y que los árboles rebosan de verdor.

Niños comiendo helados, mujeres mostrando su piel en faldas coloridas, hombres en camisas de manga corta. No hay marcha atrás, el verano llegó finalmente a la ciudad.

El Final de la Amistad

Dos ancianos, uno griego y el otro inglés, conversan plácidamente a la sombra de un frondoso roble rojo en el jardín de la casa del primero. Mientras que el griego se vanagloria del origen helénico de cientos de palabras que son utilizadas en la actualidad en el mundo entero, el inglés recuenta con típico desdén anglosajón la variedad de inventos mecánicos de la era industrial británica. El griego, intimidado por el soberbio aleccionamiento del inglés, solamente atina a golpear con furia la mesita del jardín, derramando la botella de ouzo que ambos compartían con tanto agrado minutos antes. “Lárgate de mi casa, inglés de mierda”, grita con una cólera nunca antes vista el canoso griego, como si la hubiera tenido contenida por años. Tras escuchar el insulto, el inglés se levanta educadamente de la silla, la vuelve a acomodar con cuidado debajo de la mesa, tal como hacía siempre, y se va de la casa para nunca más volver. Una amistad de cuarenta y dos años llegaba a su fin.

lunes, 11 de junio de 2012

Una Mujer de Vanguardia

Era una mujer romántica pero realista a la vez: le fascinaban los hombres con corazón de poeta y billetera de banquero.

sábado, 9 de junio de 2012

Menú para Tres

A veces es difícil ponerse de acuerdo...

* ¿El menú 3D está bien?
- Depende. ¿Qué es Ja Kao?
* Es como un wantán o una empanadita frita.
- Normal.
+ Ya, pero no quiero Chaufa Especial.
* ¿Por?
+ Soy alérgico a los langostinos.
- Y a mí no me gusta el chancho, que sea de pollo nomás.
+ ¿El Ti Pa Kay está bien?
- Sí, ¿no?
* Ya, Ok. ¿Mozo?
= Dígame.
* ¿El 3D puede ser con Chaufa de Pollo nomás?
= ¿No quiere el especial?
* No.
= Sí, sí puede ser.
+ Pero cobra menos, ¿no? Como no le pone langostinos...
= No, igual sale.
- Pero sirve más arroz, ¿no?
= Ya, eso puede ser. Menú 3D con Chaufa de Pollo en vez de especial. ¿Gaseosa?
* Sí, una familiar heladita.

(...)

= Ja Kao...
* ¡Buena!
= Chaufa de pollo...
+ Está rico el Ja Kao, ¿de qué es el relleno?
= Chancho y langostino.

... Y a veces de nada sirve ponerse de acuerdo.

Cabezas

“No lo tome como algo personal” le dijo el juez casi al oido. “No lo creo culpable, me parece que no hay evidencia suficiente, pero si no emito una sanción severa todo el mundo pedirá mi cabeza”. El acusado asintió con los ojos cerrados, esperó la sentencia y escuchó. “¡Que le corten la cabeza!”.

lunes, 4 de junio de 2012

La Llamada

Esa noche de invierno estaba echado en mi cama, matando el tiempo leyendo un periódico pasado. A pesar de que era sábado en la noche no tenía ganas de salir porque hacía frío y había nevado toda la tarde. De pronto me llega un mensaje de texto de J. al celular: “Come to see me now. I need you”.

J. vivía hace quince años en Canadá, primero en Calgary y luego en Toronto. En Calgary vivió con sus padres, quienes emigraron desde un pueblo llamado Cluj en el norte de Rumanía. Ella siempre me decía que extrañaba a sus amigos rumanos porque se fue de su país cuando aún estaba en la secundaria, en lo mejor de su adolescencia. Imagino que habría roto varios corazones porque era muy bonita. “Es que las chicas del norte de Rumanía somos más guapas que las de Bucarest”, siempre repetía con orgullo, casi patriótico, cuando alguien le hacía un comentario sobre su delicada silueta de bailarina o sus encantadores ojos verdes. Solamente no le gustaba que la gente siempre tuviera que mencionar a la famosa gimnasta Nadia Comaneci cuando decía que era rumana. Luego de terminar la secundaria en Calgary con buenas notas, J. decidió enrumbar a Toronto para iniciar sus estudios de contabilidad en la universidad. “Es que igual quería largarme de la vida aburrida y de mentalidad provinciana de Calgary, no la toleraba para nada”, me confesó alguna vez mientras comía un lomo saltado que le había preparado.

El mensaje de texto me mantuvo en vilo por varios minutos. ¿Sería que J. finalmente se fijaba en mi como hombre, luego de tantos esfuerzos para conquistarla? ¿Sería que deseaba una noche de pasión desenfrenada? En realidad nunca tuve los huevos para decirle que estaba templado de ella, que me gustaba un culo. Decidí que me la jugaría con toda mi artillería esa noche: arrancarle un gran beso apenas cruzara la puerta de su departamento y confesarle que era la mujer de mi vida.

Alucinando con el próximo encuentro, me metí al baño para afeitarme y ducharme pues no tuve tiempo de hacerlo en la mañana. Me puse esa camisa azul a cuadros que le gustaba a J. (bueno, al menos una vez dijo que se me veía más delgado con ella cuando fuimos a comer pizza por el barrio portugués). “¿Le gustará vivir en Lima?” pensaba en voz alta mientras subía el cierre de mi pantalón.

Me vinieron los nervios y decidí tomarme un vaso de pisco para envalentonarme y verme relajado. El beso que le estampara a J. tenía que ser de película. Tomé otro vaso y juré que esa noche ella sucumbiría a mis encantos, a esa mirada matadora que tantas veces había practicado frente al espejo del baño. Al terminar el tercer vaso ya me sentía Superman pero también un poco mareado. Decidí recostarme un momento en mi cama para despejarme. “Cinco minutitos nomás”, me dije confiado. Sin embargo, el destino tuvo otro desenlace para mi esa noche. Como borracho después de una fiesta patronal, mi cuerpo quedó inerte de extremo cansancio, sin poder levantarme hasta el día siguiente.

Momentos más tarde J. ingresaba en estado de coma a la sala de emergencia del hospital. Me había enviado el mensaje porque no se había sentido bien todo el día y quería que la acompañara al hospital para un chequeo. En el quirófano, su débil corazón no pudo resistir las cinco horas de estrés. “Fue un repentino y fulminante infarto masivo”, sentenciaron los doctores en el informe médico.
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Ahora visito Rumanía por primera vez, aprovechando unas vacaciones que me regalaron mis hijos. Arrastrando mi bastón, logro llegar a duras penas al centro del pueblo para cumplir con una inocente promesa de juventud. J. tenía razón: las chicas del norte son las más bonitas del país.

Presente

Ustedes son jóvenes, podrían ser mis hijos, pero no los tengo. Así que por favor, escuchen y hagan caso de quien no hizo mucho en el pasado, excepto (inútilmente)querer predecir el futuro. No pierdan tiempo en eso y vivan el presente.

Un Caballero en Apuros

Siempre me da lástima ver a mujeres sometidas a la tiranía de sus hombres. Por motivos de elemental supervivencia económica, deben reírse de sus pésimos chistes mientras se emborrachan, soportar el peso de sus crecientes panzas en la intimidad y fingir placer al acariciar sus brillantes peladas. Ahora puedo entender bien a esas prisioneras de las circunstancias, damiselas en eternos apuros. Mañana me caso con J., una mujer rica que podrá solventar mi vicio de escritor novato. Amor al arte le dicen.

viernes, 1 de junio de 2012

Chaufita

-  “Why are you breaking up with me?”
“You are very attractive but the truth is that we have different lifestyles. I honestly don’t believe we are compatible in the long run.”
“Really? I thought you really liked me.”
“I do, but perhaps just as a friend. I’m sorry if there was a misunderstanding. Are you alright?”
-   “I’m fine, no big deal”, she said while looking at the screen of her IPhone.
-   “Can we still be friends?”
-   “Yes” she said, this time staring outside the window facing the street.
-   “Cool”, I replied, sipping more tea from my cup.
-   “Well, I have to run now to my organic raw food cooking class. Perhaps it would be better if we stop seeing each other for a while.”
-   “No problem, I understand. Chaufita.”
-   “What did you say?” she said while putting back her coat and red hat.
-   “Never mind.”

   (I never heard back from her again)