Maldito café. No podía dormir
esa noche y para conciliar el sueño comencé a recordar los nombres de todas mis
mujeres, incluyendo esposas (me he casado tres veces), enamoradas, amigas, amigas
con beneficios, agarres y putas de burdel o de esquina. En realidad la regla
básica del ejercicio era contar a todas las mujeres con las que alguna vez tuve
sexo, definido como penetración. Un simple beso no contaba, por ejemplo, tenía que haber medida de
aceite de cajón.
Luego de
repasar y ordenar a las mujeres en estricto orden alfabético, me di cuenta de
que la letra más popular era la "M": María, María Andrea, Mariana,
Marisol, Maya (¿que habrá sido de su vida?), Michelle, Mónica, Megan, Miriam y Milagros. Sin embargo, no tenía
ninguna "Y" ni "Z". Tampoco "X" o "B".
Ni "J" ni "T". Lo más patético era que no tuviera
"B" en la lista porque esa letra parecía fácil. Acepto hidalgamente que
no tuviera "X" porque no hay muchos nombres que comiencen con esa
letra, a no ser que haya tenido algo que ver con la famosa brasileña Xuxa.
En fin, mis
ojos ahora comenzaban a cerrarse de sueño y tuve a abandonar mi disparatado y
morboso recuento. Bueno, al menos sirvió para que pudiera dormirme y confirmar
que aún debo conocer a mujeres con nombres raros.
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