A Gustavo Adolfo le resultaba difícil seguir adelante con la poesía. La mujer que inicialmente lo había inspirado -y que él esperaba que pudiera seguir haciéndolo- no era natural. Además, ella no entendía su pasión por lo que hacía.
- ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía ere...
Pero no pudo terminar. Ella hoy tenía los ojos pardos, no azules.
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