Me pregunto cuántas horas hombre estaremos perdiendo en el país al día, al mes, al año, por semáforos descoordinados, sería ideal que uno encontrara una luz verde y que el color no cambiara hasta que uno hubiese llegado a su lugar de destino o al menos hasta que cambiara de dirección, que la luz verde durara mientras el avance fuera en línea recta, pero sé que es utópico. Y lo que incomoda es el gran contraste en las duraciones de luz verde y roja, en algunas intersecciones la luz roja supera los ochenta segundos, pero la verde alcanza escasamente quince segundos. Pero la manifestación máxima del caos de tráfico es, a mi modo de ver, que haya tantos rompemuelles. Rompemuelles, ¿cómo se dirá eso en otros países?, ¿el nombre tendrá la misma connotación de “estoy aquí para que reduzcas la velocidad y si no lo haces tu sistema de suspensión será echado a perder, ojo, no digo malogrado, porque eso se refiere a algo que nunca funcionó y estuvo mal desde el inicio, algo que fue mal hecho, o sea mal logrado“?, sé que en Chile le llaman “lomo de toro”, lo que es un nombre más neutral, que describe su forma, pero no se refiere a lo que puede pasar si un conductor lo intenta pasar desprevenidamente sin bajar la velocidad, aunque de repente este factor cierra el círculo vicioso y eso explica porqué hay tantas camionetas en Lima. También sé que en Ecuador se les llama chapas acostados y casi no existen si no es en las cercanías de colegios y hospitales, lo cual me parece que tiene más lógica, acá los ponen en casi cualquier esquina y a veces ni siquiera en las esquinas, de modo que es posible encontrar dos en una sola cuadra, sobre todo en algunas calles de Miraflores. Sobre el nombre de estas cosas en Ecuador, lo que pasa es que allá a los policías se les conoce popularmente como chapas, supongo que por sus placas, si allá la jerga se construyera de la misma forma que acá, no serían chapas, sino pachas. La cosa es que los policías cuando están cerca de los colegios u hospitales controlan el tránsito y hacen que los autos se detengan para ceder el paso a los peatones, pero, en el caso en que ellos no estén, esas cosas que están en la pista cumplen su función, hacen las veces de policías y en consecuencia hacen que los autos se detengan o al menos reduzcan su velocidad. Pero como están en posición horizontal, entonces son chapas acostados. El nombre no es ni agresivo ni descriptivo, es más bien metafórico. Tres países y tres palabras, pero sobre todo tres maneras distintas, tres connotaciones diferentes, para llamar al mismo objeto. Lo que sí me queda claro es que en Lima hay muchos más que en cualquier otro lugar que yo haya conocido, así como Nueva York es la ciudad de los rascacielos, Lima es la ciudad de los rompemuelles. En nuestro caso desde el nombre nos enfrentamos a algo agresivo, aunque probablemente todo lo referido al tránsito en Lima es agresivo, como también se puede notar cuando los conductores que están detrás de uno lo conminan a avanzar tocando la bocina, o, peor aún, golpeando con el brazo izquierdo la carrocería del auto que ellos mismos están conduciendo, aunque el semáforo apenas se haya puesto en ámbar, el tiempo transcurrido entre el encendido de la luz verde en un semáforo y el toque de la bocina de los autos que están en la segunda fila esperándola es probablemente la medida temporal de menor duración de la historia de la humanidad.
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