- Bienvenido a nuestro albergue, señor...
- Buscaglia. Silvio Buscaglia.
El chico de la recepción se quedó pensando. De pronto pareció haber recordado algo.
- Su rostro se me hace conocido... ¿No fue usted Pío XV?
El anciano sonrío sin ganas. Medio ofendido dijo:
- Me confunde usted...
Y agregó:
- ... Fui Juan XXV.
Ya eran varios, así que equivocarse no era improbable.
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